jueves, 6 de enero de 2011

¡HOY!

Una de las noches más esperadas del año. Los famosos Reyes Magos pasan por todas las casas a dejar regalos que niños y niñas abrirán al día siguiente. Que bonito todo, ¿no? Bueno... Estoy creciendo y me voy dando cuenta de que las cosas no son como parecían. Recuerdo cuando tenía 7 u 8 años y me levantaba a las 7 de la mañana si hacía falta para abrir esos regalos que llevaba todo el año pensando, porque era mi día preferido, cuando venían los Reyes, me acuerdo que les dejaba una fuente de agua enorme para los camellos, porque suponía que a mi casa llegarían agotados de tanto repartir, y luego dejaba 3 vasos con leche, agua o a veces vino, y en un plato unos pocos polvorones y mazapanes. También dejaba una zapatilla al lado del árbol de Navidad. Y por la mañana... buff, me despertaba 'súper' contenta, aunque también algo cansada ya que los nervios no me dejaban dormir muy bien; entonces, entraba en el salón y veía ahí todos esos regalos que pedíamos con tantísima ilusión, unos para mí, otros para mis primos... Ahora, ahora veo papeles, envoltorios multicolores con motivos navideños que intentan sacar sonrisas mientras se arrancan de un tirón para ver lo que hay en su interior. Esos momentos tan navideños, tan familiares, me recuerdan que hay que valorizar las cosas, porque mientras mi familia y yo nos levantamos sabiendo que los 'Reyes' nos dejaron algo, hay niños mucho menores que yo que nunca, en su vida, pudieron abrir regalos la mañana del 6 de enero. Así que, aunque ahora nos guste un poquitín menos este día porque ya vivimos la realidad, menos tontería y más disfrutar de todo esto, que igual dentro de 6 años ya no podemos.


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